Tu familia lleva toda la vida al frente de un pequeño negocio que tiene varias generaciones de antepasados a sus espaldas y pronto va a llegar tu momento de decidir si quieres continuar con el legado o no. ¿No sabes qué hacer? Es una responsabilidad muy grande, por lo que no tienes por qué tenerlo claro.
Hay ocasiones en las que, por cuestiones vitales, emocionales o simbólicas, la decisión es fácil de tomar, y el sí o el no, se dan incluso antes de hacer un estudio para valorar si el negocio es rentable o si, por el contrario, requerirá de un gran esfuerzo. Sin lugar a dudas, debes seguir tu intuición y hacer lo que sientas que será mejor para ti, independientemente de la opinión de los demás. Pero, si no lo tienes muy claro, aquí te traemos algunos consejos para que te puedas decidir.
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No dejes que nadie te presione
Reflexiona sobre si la empresa va contigo. Si el negocio de tus padres lleva varias generaciones en el árbol genealógico, es normal que tus familiares lo miren desde una perspectiva emocional y te presionen para que lo heredes con el único objetivo de que siga corriendo a sus descendientes. También puede darse la situación contraria: que no quieran que lo dirijas. Si has estudiado una carrera que no tiene nada que ver con el negocio y tus padres te aconsejan que sigas por tu camino, pero tu sientes que seguir con el legado puede ser una buena opción, lucha por ello y no dejes que nadie decida por ti. Tu vida es tuya y de nadie más.
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Infórmate sobre el estado en el que se encuentra la empresa
Es muy importante que hagas un estudio exhaustivo del estado en el que se encuentra el negocio, los recursos con los que cuenta, los riesgos, desafíos y oportunidades que te puede ofrecer. Nada es imposible, pero si el negocio ofrece un servicio muy anticuado, lo mejor es que valores la opción de vender la empresa o cerrarla definitivamente. No te sientas mal y ten en cuenta que los tiempos han cambiado. De hecho, en la actualidad, la esperanza de vida de una empresa familiar es mucho menor que hace cincuenta años y, según un estudio, solo el 12% de las empresas familiares sobreviven hasta la 3º generación. Sin embargo, si verdaderamente deseas continuar en ella, siempre puedes pensar en darle una renovación o una actualización a los servicios que ofertas.
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Valora tus posibles acciones de implicación
Es posible que desees formar parte del negocio, pero no quieras o no puedas tener demasiada responsabilidad en el asunto. Normalmente, las grandes empresas tienen protocolos de sucesión a los que atenerse cuando se termina un periodo generacional, pero, en el caso de los negocios pequeños, es normal que no sepas de qué manera actuar. Siempre puedes vender parcialmente el negocio a alguien de tu confianza, y quedarte con algún tipo de responsabilidad de manera que tu responsabilidad no sea demasiado grande y puedas dedicarte a otras cosas. Si tienes hermanos o familiares cercanos, debes consensuarlo con ellos y procurar cuidar las relaciones que se puedan ver afectadas por tus acciones. Si no conseguís llegar a un acuerdo, existen servicios especialistas para ayudar con la gestión en estos casos. En AMG Interim Managers ofrecen un servicio especializado en empresas familiares que estudia los cambios generacionales en este tipo de empresas, su profesionalización; reordenación y resolución de conflictos entre otras cosas.
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Baraja una posible renovación de la imagen de tu negocio
Si el negocio de tus padres lleva mucho tiempo sin actualizarse, es posible que, aunque en esencia te guste la idea de heredarlo, no concuerdes con sus valores y no te identifique del todo. En ese caso, siempre puedes pensar en una renovación de su imagen. Para ello, debes reflexionar detenidamente sobre los peligros que encierra esta acción. Por una parte, si la empresa es rentable, renovar la imagen puede ser muy arriesgado, ya que corres el peligro de que tus clientes sientan que ya no están comprando el mismo producto y te cambien por otro. Si es así, a la hora de actualizar tu imagen debes de ser especialmente cuidadoso. Antes de hacerlo ocúpate de informar poco a poco a tus compradores sobre el nuevo rumbo que vas a llevar y, en la medida de lo posible, escucha sus opiniones.
Si por el contrario, la empresa lleva un tiempo sin ser rentable, es el momento perfecto para que renueves su imagen y le des un empujón. Es posible que, al haberse fundado en otra época, todavía no cuente con un sitio web en condiciones. Debes saber que, en este momento, el posicionamiento web es una de las cuestiones más influyentes a la hora de aumentar la rentabilidad de tu negocio. Asimismo, puedes rediseñar el logo o la tipografía de tu empresa, y adaptarlo a las tendencias estéticas actuales e incluso, si dispones de la liquidez suficiente, hacer una restauración del lugar físico en el que se encuentra.
Hagas lo que hagas, se fiel a tus principios y disfruta de tu elección. ¡Mucha suerte!