Tapizar muebles es una tradición que, sin duda, ha sabido reinventarse con el paso del tiempo. Y a pesar de que la mayoría de la gente lo asocie con el encanto de lo clásico, lo cierto es que esta técnica sigue siendo una opción muy demandada e incluso podría ser considerada “moderna” en el mundo de la decoración actual.
Así quieras dar nueva vida a un sillón viejo, o busques personalizar piezas con telas únicas, encontrarás que esta técnica combina estilo, ecología y funcionalidad.
¿Qué aprenderemos en este artículo? Pues todo lo relacionado con esta práctica, y entenderemos por qué sigue en la cima de la decoración.
¿En qué consiste el proceso de tapizado?
El proceso de tapizado es un arte que combina técnica, precisión y creatividad para renovar o embellecer muebles con materiales textiles. Dicho de una forma más simple, es una técnica decorativa (y protectora) que se encarga de cubrir cualquier tipo de mueble con tela o cuero.
Aunque su misión sea algo genérica, el proceso no siempre es el mismo; depende mucho del tipo de mueble y tipo de tela que se vaya a aplicar. Sin embargo, hay una serie de pasos que podemos definir como “pasos para tapizar”:
- Evaluación y preparación del mueble.
Se examina el estado del mueble para identificar posibles daños en la estructura o en el relleno. Si es necesario, se reparan partes rotas, se refuerza la madera o se elimina el tapizado anterior, dejando la pieza lista para trabajar.
- Retirada del tapizado antiguo.
En algunos casos, el mueble está ya tapizado (en muebles antiguos o de segunda mano) y para volver a tapizarlo se debe proceder a quitar las grapas, los clavos y la tela vieja. Este paso es fundamental para descubrir el estado del interior del mueble, como el relleno o los muelles, y asegurarse de que todo esté en condiciones óptimas.
- Reparación del relleno o estructura interna.
Si el relleno está dañado, se reemplaza con materiales como espuma, guata o fibras específicas para tapicería. En muebles antiguos, a veces es necesario ajustar o cambiar los muelles o cintas que dan soporte al asiento.
- Corte de la nueva tela.
Se elige y corta la nueva tela siguiendo las dimensiones y formas del mueble. Es importante destacar que este paso requiere de bastante precisión para evitar desperdicios o errores, especialmente en diseños con estampados que necesitan alinearse correctamente.
- Colocación de la tela nueva.
La tela se ajusta al mueble y se fija con grapas, clavos decorativos o pegamento especial. Se trabaja poco a poco, asegurándose de que no queden arrugas ni tensiones desiguales en el material.
- Acabados
Para el acabado se añaden detalles finales como remaches, botones, tiras decorativas o cordones para embellecer y dar un aspecto aún más personalizado al mueble.
- Revisión y limpieza.
Para terminar, se verifica que todo esté bien sujeto y que el mueble tenga un acabado profesional. Por último, se limpia el mueble para entregarlo en perfectas condiciones.
Por supuesto, para lograr que todos estos pasos se cumplen en condiciones y obtener los resultados de mayor calidad, el proceso debe estar supervisado por un equipo de profesionales, como bien nos indica Mendoza Olmo Decoración.
Si quieres hacerlo tú mismo hay formas, pero recuerda que existen algunas herramientas necesarias que debes usar además de tener el conocimiento necesario; Si no, puede que necesites practicar con algunos muebles primero y esperar a obtener los mejores resultados con el tiempo ¡Tú decides!
¿Cuál es su historia?
El tapizado tiene una historia rica que se remonta a siglos atrás, con raíces que se entrelazan con la evolución de la artesanía, la comodidad y el diseño de interiores.
Los primeros indicios de muebles tapizados datan del Antiguo Egipto (aproximadamente 2.000 a.C.), donde las clases altas usaban telas y cojines para cubrir tronos y asientos rígidos de madera o piedra. Aunque eran algo rudimentarios, estos elementos suponían un extra de comodidad para las casas y reflejaban a la perfección el estatus social de cada hogar.
Durante la Edad Media, el mobiliario europeo era predominantemente funcional y austero. Sin embargo, los nobles empezaron a emplear usar gruesas como terciopelo y brocado para cubrir bancos y camas, aportando mayor comodidad y decoración en los castillos y mansiones.
El Renacimiento marcó un punto de inflexión. Con el auge del arte y la cultura, el mobiliario comenzó a ser considerado como parte del diseño interior. Las técnicas de tapicería se perfeccionaron con el uso de telas más elaboradas y la inclusión de rellenos como la lana o la crin de caballo para mejorar la comodidad.
Luego vino el Rococó y el Barroco. Durante estos periodos, el tapizado se convirtió en sinónimo de lujo y sofisticación. Los muebles, sobre todo los sillones y sofás, lucían ricos brocados, sedas y bordados. De hecho, en Francia, los diseños rococós destacaban por sus formas curvas y detalles ornamentales, con telas opulentas que reflejaban el esplendor de las cortes europeas.
¿Qué pasó después? Que, con la llegada de la Revolución Industrial, la producción de muebles tapizados se hizo mucho más asequible para todo el mundo. Las máquinas industriales se encargaban fabricar telas en masa y desarrollar nuevos materiales, como espumas sintéticas, que facilitaron el trabajo de los tapiceros. Este avance hizo que los muebles tapizados fueran accesibles para una mayor parte de la población.
Hoy en día, el tapizado ha resurgido como una tendencia decorativa muy importante, especialmente con el auge de la personalización y el interés por cuidar el medio ambiente (ya que renovar muebles es algo que invita a la economía circular de forma directa).
¿Se puede tapizar cualquier cosa?
Tapizar es un arte muy libre, pero no todos los muebles son adecuados para hacerlo.
Los muebles tradicionales como sofás, sillones, cabeceros de cama o sillas son los candidatos ideales, ya que sus estructuras están diseñadas para soportar telas y rellenos. También se puede tapizar objetos decorativos o prácticos como cojines, pufs, taburetes, e incluso superficies más creativas como puertas, paneles decorativos o baúles. De hecho, en muchos proyectos innovadores podremos encontrar que podemos tapizar hasta elementos de automóviles o barcos ¡así que imagínate!
Sin embargo, no siempre es posible aplicar esta técnica, y lo veremos a continuación.
¿Qué piezas no se deberían tapizar?
Hay una lista de objetos y muebles que debemos considerar como “no aptos” para la tapicería si no buscamos estropear ese elemento en sí mismo:
- Objetos sin estructura resistente.
Los muebles de plástico o materiales demasiado frágiles suelen ser problemáticos, ya que no ofrecen un soporte firme para el trabajo; si la base se deforma fácilmente, el tapizado perderá forma y funcionalidad.
- Superficies extremadamente irregulares.
Aunque un tapicero hábil puede adaptarse a formas complejas, no hay que olvidar que existen varios límites. Las superficies muy curvas o intrincadas pueden dificultar la fijación de la tela sin que esta se arrugue o desgarre.
- Elementos sometidos a altas temperaturas o humedad.
Los objetos como los radiadores, ciertas partes de cocinas o muebles de exteriores que están expuestos a la intemperie no son la mejor opción para tapizar, ya que los materiales podrían degradarse rápidamente.
- Electrodomésticos o dispositivos electrónicos.
Aunque es posible cubrirlos para decorar, el tapizado en este caso debe hacerse con cuidado para no interferir con su funcionamiento, especialmente en las zonas donde el calor o la ventilación sean totalmente necesarias o peligrosas.
Por supuesto, con creatividad y a través del uso de técnicas adecuadas, se pueden lograr resultados sorprendentes, pero es importante analizar la estructura del objeto, el uso que se le dará y los materiales empleados para garantizar un acabado adecuado y duradero.
¿Cuánto dinero suele costar tapizar muebles?
¿Cuánto puede costar? Es complicado saberlo a ciencia cierta, ya que hay mucho en juego que debemos tener en cuenta: el tamaño del objeto, la complejidad del tapizado, la calidad del mueble, si hay que quitar un tapizado anterior ¡Todo influye!
Para guiarnos un poco, podemos entender que por ejemplo tapizar un sillón individual, puede costar entre 150€ y 300€, mientras que un sofá de dos o tres plazas suele rondar los 400€ a 800€ (eso sí; en piezas grandes o con diseños muy elaborados el precio puede superar los 1.000).
Y si queremos tener una idea aun más orientada, debemos saber que la tela es sin duda uno de los factores que más influye en el precio final.
Los materiales básicos, como lonetas o microfibras, son más baratos, mientras que opciones como terciopelo, piel o tejidos de diseño exclusivo pueden elevar el precio considerablemente. Por otro lado, el estado del mueble también afecta el presupuesto; si necesita reparaciones estructurales, cambio de relleno o ajustes en los muelles, el gasto será mayor.
Aun así, no te preocupes: lo más normal es que los talleres de tapicería ofrezcan presupuestos para cada cliente, ya que cada proyecto tiene necesidades diferentes, así que puede que te salga más barato de lo que crees.
Ten en cuenta, que en general, tapizar sigue siendo una alternativa barata frente a comprar muebles nuevos de alta calidad, especialmente si se busca conservar piezas con valor sentimental o estilo único.