Vivimos en una sociedad que está hecha para la publicidad. A lo largo de la historia, y especialmente durante el siglo XX, han existido unos medios de comunicación que han apostado por la publicidad como modo de supervivencia y que hicieron posible que ese negocio se expandiera de una manera muy importante. A ello se le sumaban los carteles en lugares transitados, las marquesinas de autobuses y demás soportes que ofrecían un servicio a la publicidad que, por cierto, no estaba claro que otorgara las ventajas que se le presuponían.
Pero la publicidad ha cambiado mucho en el piquito de tiempo que llegamos del siglo XXI. Y lo ha hecho por el desarrollo, al mismo tiempo, de un elemento con tantas aplicaciones como tiene Internet. La aparición de la red ha sido un elemento sine qua non para que la publicidad sea, de nuevo, de masas gracias a las redes sociales y a todos los nuevos canales de comunicación que se han venido desarrollando de un tiempo a esta parte y que hacen que cualquier inversión publicitaria que se lleve a cabo a día de hoy esté más que justificada.
Decimos que la publicidad es de nuevo un medio de masas porque sí que es verdad que durante un tiempo estuvo puesta en duda como consecuencia de que todavía Internet no había terminado de explotar y los medios de comunicación empezaban a dar señales de flaqueza en lo que a tirada y repercusión se refería. La transformación digital de la sociedad es un proceso que ha llevado a que, de alguna manera, esa publicidad recupere la efectividad de la que antes podía presumir y que se había esfumado entre sus dedos.
Este es uno de los motivos por los cuales la publicidad vive en la actualidad uno de los mayores momentos de apogeo de su historia. Un artículo del diario El País hacía referencia a los datos de inversión publicitaria que se habían dado en España durante el año 2017. Dicha inversión había crecido en un 1’8% en ese periodo de tiempo, algo que pone de manifiesto que, para que una entidad tenga éxito a día de hoy, es más que necesario que apueste por un modelo de publicidad claro y definido.
Otro artículo, en este caso publicado en el portal web Marketing4ecommerce, se refirió a los datos que iba a otorgar la publicidad en España durante el segundo semestre del ya pasado 2018. Según este artículo, había síntomas de que la inversión publicitaria iba a seguir recuperándose de cara a ese periodo de tiempo, un dato que todavía está por confirmar pero que no nos extrañaría en absoluto que terminara siendo cierto. Y es que, como hemos venido diciendo, la sociedad de hoy en día es una sociedad hecha por y para la publicidad.
Que la publicidad esté viviendo el momento de mayor apogeo de su historia es la explicación a que varias de las empresas que mejor valoradas están en nuestro país sean agencias de publicidad. En efecto, el negocio de la publicidad y el marketing viene creciendo de un modo exponencial en los últimos años. Los principales responsables de Trama Publicidad, una agencia dedicada a este asunto, tienen bastante claro que para ello y para seguir teniendo un grado tan alto de aceptación entre la gente se tiene que trabajar en un aspecto fundamental: la adaptación a las necesidades de la gente.
Futuro, mucho futuro
En su día, la publicidad encontró en Internet un medio perfecto para seguir siendo un negocio que marchara viento en popa. Y lo hizo con un gran éxito. Si por algo destaca este sector es por la facilidad de la que siempre hace gala a la hora de adaptarse a cualquier situación y encontrar una solución que le sea de utilidad para afrontar el futuro. Por eso, desde este blog pensamos que este negocio tiene por delante todavía un futuro muy prometedor. Y es que ninguna empresa es capaz de sobrevivir sin él.
Más que los medios con los que pueda contar, lo que debe preocupar a los publicistas es mantener esa gran cantidad de apoyos y reconocimientos que reciben desde la sociedad civil. La única manera de que la publicidad deje de ser un negocio rentable es que pierda todo ese reconocimiento de la gente. Ese sería un problema mucho más importante que el de quedarse con pocos soportes y medios en los que trabajar. Y es que, al final y como ocurre siempre, somos las propias personas las que tenemos la última palabra para todo.