Lo que nadie me contó al crear mi primera web

En internet abundan las historias de éxito: proyectos que despegan, negocios que logran miles de visitas en poco tiempo, emprendedores que convierten una idea en un referente. Sin embargo, apenas se habla de lo que hay detrás de esos logros: los fallos, las decisiones equivocadas y la frustración de confiar en la empresa equivocada para dar el salto digital. Y lo cierto es que esos tropiezos también forman parte del camino.

Lo comprobé cuando decidí crear la página web de mi tienda de zapatos. Estaba convencido de que un sitio bien diseñado multiplicaría las ventas, pero ocurrió justo lo contrario. Perdí dinero, tiempo y motivación. La empresa que contraté no cumplió, y me vi solo con un proyecto que no despegaba.

Buscando información, llegué a lapsoestudio.com, donde explicaban algo en lo que yo apenas había reparado: la importancia del mantenimiento web. En su artículo sobre WordPress detallan por qué es clave para la estabilidad y el rendimiento de cualquier página: seguridad, actualizaciones, copias de seguridad, optimización… tareas invisibles que, si se descuidan, pueden echar a perder meses de trabajo. Ese descubrimiento fue el punto de partida para replantear toda mi estrategia.

El dominio, más que un nombre

Uno de mis primeros errores fue no dar importancia al dominio. Pensé que cualquier nombre serviría si sonaba bien. Con el tiempo entendí que el dominio es la carta de presentación de un negocio digital y puede condicionar la visibilidad en buscadores.

Durante años bastaba con incluir una palabra clave en el dominio para escalar posiciones, incluso usando extensiones poco habituales como .biz o .info. Esa ventaja desapareció y hoy pesa más la coherencia, la confianza que transmite y el valor de marca.

Por eso, aunque un .com o un .es sean más caros, siguen siendo la opción más recomendable: fáciles de recordar, transmiten credibilidad y refuerzan la profesionalidad. No es un detalle menor: elegir bien el dominio es un primer paso decisivo para construir presencia online.

Estrategia antes que estética

Otra lección que me quedó clara —y que confirmé en los consejos de Lapso Estudio— es la importancia de analizar el proyecto antes de diseñar. No basta con que la web quede “bonita”; hay que conocer al público, estudiar a la competencia y fijar metas claras. Sin esa base, cualquier esfuerzo posterior se tambalea.

También descubrí lo útil que es contar con gestores de contenido adaptados a cada necesidad. En mi primer intento traté de configurar por mi cuenta un CMS y fue un desastre. Hoy entiendo que la elección entre WordPress, Prestashop u otros sistemas depende de lo que requiera cada negocio, y que es fundamental acompañar al cliente para que pueda usar su propia web con autonomía.

El valor del mantenimiento

Publicar una web es solo el inicio. Después viene lo más importante: actualizar plugins y plantillas, blindar la seguridad, comprobar copias de respaldo, mejorar la velocidad de carga… tareas que parecen menores hasta que algo falla.

Yo lo descubrí demasiado tarde. Mi primera web empezó a dar errores a los pocos meses: formularios que no funcionaban, actualizaciones que bloqueaban la página y caídas justo en días clave de venta. Todo aquello me habría costado mucho menos con un plan de mantenimiento adecuado.

Ahí entendí que una web se parece a un local físico: igual que revisas el stock o el cierre de caja, en internet necesitas revisar y cuidar el sitio con regularidad. Es la única manera de garantizar que tu negocio siga abierto y operativo todos los días.

De la frustración a los resultados

Tras rehacer mi estrategia, cambiar el dominio y contar con un mantenimiento profesional, los resultados empezaron a llegar. La web dejó de fallar, ganó estabilidad, mejoró en buscadores y, con ello, llegaron nuevas visitas y más ventas.

No fue rápido ni sencillo, pero sí revelador. Lo que al principio viví como un fracaso acabó siendo el aprendizaje que me permitió sostener el proyecto sobre bases sólidas.

Una lección compartida

Montar una web no garantiza nada por sí solo. Lo que marca la diferencia es cómo se gestiona después, con planificación y cuidado continuo. Equivocarme me obligó a descubrirlo y quizá por eso ahora puedo contarlo: porque muchos negocios se lanzan a internet sin saber que lo más importante empieza una vez la página está publicada.

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