Como sucede con todo el archipiélago canario, Lanzarote es una isla que puedes visitar en cualquier época del año, disfrutar de su agradable clima y bañarte en sus playas. Pero además, la isla tiene un entorno natural característico que lo convierte en un lugar único en el planeta.
Lanzarote es la tercera isla más poblada de Canarias, y la cuarta en extensión. Su origen volcánico, formado en varias etapas, y su latitud, la más cercana al continente africano, crean las condiciones idóneas para que en ella se desarrolle una orografía natural peculiar. Campos de montes de tierra roja y una litoral salpicado de cuevas y túneles.
Se dice que la isla, antes de que la conquistaran los normandos de Juan de Berhencourt para el Reino de Castilla, era llamada Titerogakaet por los guanches. El término proviene del tuareg y significa “tierra quemada”. Algo que indica que los pueblos nómadas del norte de África llegaron a la isla antes que los cristianos, pero sobre todo describe a la perfección lo que nos encontraremos al recorrerla. Calas semisalvajes y paisajes que parecen de otro planeta. Este es sin duda, uno de los atractivos que atraen a los turistas.
En Lanzarote puedes encontrar alojamiento en cualquier época del año. Así nos lo cuenta Nerea Rodríguez, quien viajó allí a finales de diciembre y alquiló una villa tranquila en Alohey, un portal inmobiliario especializado en alquileres turísticos en la isla. Según nos cuenta, además de su ubicación, entre el parque natural de los Ajalaches y la playa del papagayo, lo que más le gustó que la idea de que aceptaran mascotas. Su perro se lo pasó casi tan bien como la dueña.
Si aún no conoces la isla, vale la pena visitarla. Estos son algunos de los tesoros que puedes encontrar en Lanzarote.
Las playas de Lanzarote.
Uno de los reclamos de Lanzarote para los turistas son sus playas. Muchas de ellas semisalvajes. Unas playas donde los montículos de lava se entremezclan con la arena de la playa. Donde rodeado de peñascos y terraplenes inclinados, pareciera que te encontraras en una isla desierta.
El blog de viajes Viajeros Callejeros nos habla de las playas más espectaculares de la isla. Entre ellas no pueden faltar la playa de del Papagayo y la playa de las Mujeres, al sur de la ínsula.
La primera forma una bahía con forma de cocha protegida por acantilados. Es una playa tranquila, con poco oleaje y de aguas cristalinas. Ideal para disfrutarla en familia o para practicar deportes como el snorkel, buceo a pulmón.
La playa de las mujeres, no muy lejos de allí, es una playa menos accidentada. Hay menos desnivel para acceder a ella, pero parece una cala salvaje. A pesar de que hay un camino de grava para llegar y de que dispone de un amplio descampado que hace las veces de aparcamiento, no tienes ningún atisbo de urbanización alrededor. No dispone de chiringuitos, ni de tiendas para turistas. Caminando entre las rocas, cuando la marea está baja, puedes entrar en la cueva del agua.
En el otro extremo de la isla encuentras la Playa de Famara, una sorprendente playa de 6 kilómetros de longitud donde se entremezclan arenas de origen volcánico de diferentes tonos y colores. En su extremo se hallan los Ricos de Famara. Unos montículos de roca volcánica de 700 metros de altura, moldeados a capricho por el viento. Esta es una de las playas preferidas por los surfistas, debido a la altura que alcanzan sus olas. Sin embargo, los lugareños no la recomiendan para el baño, ya que las corrientes marinas que se forman en sus inmediaciones pueden ser peligrosas.
Uno de los muchos atractivos singulares que tiene Lanzarote son las piscinas naturales. Bañeras formadas por roca volcánica que se llenan de agua cuando la marea está alta. Bañarse en estas piscinas es agradable. Es como si te sentaras con tu pareja o tus amigos en un jacuzzi. Encuentras piscinas naturales en el Caletón Blanco, en la zona norte de la isla. Una playa de arena negra que contrasta con el azul turquesa del agua.
Todo en Lanzarote no son playas escondidas. Tienes playas turísticas como la playa dorada o playa blanca en el municipio de Yaiza, con todo tipo de servicios (restaurantes, tiendas, hoteles, etc.) y la playa de Órzalo, al norte, desde donde salen los barcos que van a la Isla de la Graciosa y que recorren el Archipiélago Chinijo. Un archipiélago protegido de pequeñas islas que se encuentran entre Lanzarote y Fuerteventura.
¿Qué ver en Lanzarote?
Como dice la web OK Lanzarote, Lanzarote es una isla en la que puedes hacer de todo. Desde salir de fiesta por Arrecife o por Teguise, hasta atravesar el parque natural de Timanfaya encima de un camello, navegar en catamarán alrededor de la isla al lado de los delfines o visitar alguno de sus entrañables mercadillos. Desde luego, la isla ofrece planes para todos los gustos y opciones para no aburrirse.
Uno de los planes obligados, si quieres empaparte de la isla, es visitar su rico patrimonio geológico. Lanzarote dispone de accidentes geográficos únicos. Parajes naturales que no has visto en tu vida y que algunos de ellos, ni tan siquiera te imaginabas que pudieran existir.
Uno de ellos son los jameos. Tubos de lava cuyo interior ha quedado hueco y donde, en algunos de ellos, se forman lagos. Uno de estos jameos lo acondicionó el arquitecto Cesar Manrique para crear uno de sus monumentos más espectaculares. Los jameos del agua, un complejo en el que encontramos un auditorio y piscinas integradas dentro del entorno natural.
Otro de los accidentes geográficos curiosos es la laguna verde. Una laguna formada por la filtración del agua del mar que adquiere un color verde intenso debido al efecto de las algas.
El lanzaroteño ha sabido adaptarse a un entorno natural especial. Desarrollando su actividad mientras convivía con una naturaleza un tanto caprichosa. Un ejemplo de ello son las guerias. Viñedos plantados sobre tierra negra volcánica y protegidos por anillos abiertos de piedra, que impiden que la arena sepulte las cepas. Estas plantaciones peculiares, situadas en el interior de la isla, se pueden visitar y degustar sus sabrosos vinos en alguna de las bodegas o restaurante de la zona.
Practicar senderismo es otra de las maneras de conocer la isla. Además de visitar miradores espectaculares como el del Risco de Famara, desde donde se divisa Fuerteventura y las islas del Archipiélago Chinijo, puedes recorrer el cráter de un volcán.
Lanzarote además de naturaleza tiene una vida social intensa, como lo podemos comprobar visitando el mercadillo de Teguise. Un mercadillo que se monta todos los domingos del año y donde además de comprar ropa y calzado, como en cualquier mercadillo de España, puedes adquirir artesanía de la isla y probar la gastronomía local. Esta es otra de las visitas obligadas.
Lanzarote y Cesar Manrique.
La figura del arquitecto y escultor Cesar Manrique no se puede desligar de la isla en que nació. Este artista, uno de los arquitectos más importantes y originales del siglo XX, convirtió su isla en un inmenso museo donde desarrolló la integración armónica entre la naturaleza y la arquitectura.
Cesar Manrique es conocido entre otras cosas por diseñar el Centro Comercial de la Vaguada de Madrid.
Tras iniciar su carrera artística en Nueva York a mediados de los años 60, Manrique regresa a Lanzarote a principios de los años 70, coincidiendo con el inicio del boom turístico, para potenciar la riqueza natural a través de su arquitectura.
En este sentido, Manrique ha creado auténticas obras de arte partiendo de las formas que le ofrecía la orografía. Además de los Jameos del Agua, de los que hemos hablado antes, Manrique construyó LagOmar, una casa con diferentes rincones especiales (piscinas, jardines, merenderos) que el arquitecto diseñó partiendo de los espacios que había creado un abrigo natural de roca volcánica. Cuando el actor Omar Sharif la vio por primera vez, se enamoró de la casa y la compró.
La que fue su casa, situada en un espacio natural conocido como el Taro de Tahiche, hoy sede de la fundación que lleva su nombre, también es un ejemplo perfecto de simbiosis entre arte y naturaleza.
Manrique era un espíritu inquieto. Un artista que no dejaba de explorar diferentes áreas del conocimiento, intentando integrarlas en la arquitectura y el arte. Tanto es así, que al costado de un volcán en el Parque de Timalfaya construyó un horno-asador. Un restaurante que cocina los alimentos con el calor que emana del interior de la tierra.
Uno de sus últimos proyectos y uno de los más entrañables fue el jardín del cactus. Un jardín botánico creado en forma de espiral aprovechando el espacio de una antigua cantera, y donde en un recorrido con forma de espiral se reúnen más de 400 especies distintas de cactus procedentes de Canarias, África y América.
Manrique trabajó en Nueva York, Berlín y Madrid, pero sin duda lo mejor de su obra lo encontramos recorriendo Lanzarote.