Por todos y todas es sabida la importancia que tiene la industria en lo que respecta a la economía de un país. Desde que se produjera la Revolución Industrial, las fábricas se convirtieron en la manera más efectiva de ofrecer empleo masivo y revitalizar la economía nacional. Así las cosas, los países que fueron apostando por esa industrialización se destaparon como los más importantes del mundo: el primero de ellos fue, con diferencia, el Reino Unido. Pero unos años más tarde, otras naciones como Alemania o Francia también se subieron al carro.
En el caso español, esa industrialización llegó más tarde y se realizó de una forma mucho más desorganizada y desigual. Primero fueron lugares como Madrid, Barcelona o Bilbao los que se adaptaron a lo que venía ocurriendo en las islas británicas. Después, ciudades como Valencia, Sevilla o Zaragoza. El caso es que, para cuando nosotros empezábamos a despuntar, había naciones que ya nos llevaban un amplio margen. Un margen que, todavía a día de hoy, sigue existiendo por mucho que nos duela reconocerlo. Y es que, en materia industrial, todavía estamos lejos de la que hoy es la líder en Europa, que no es otra nación que Alemania.
Es cierto que, durante muchos años, la industria en España fue una de las grandes animadoras de nuestra economía. Hubo muchas fábricas que ofrecían una gran cantidad de trabajo pero que, con el paso de los años, han perdido importancia e incluso se han visto obligadas a cerrar sus puertas. España, como consecuencia de ello y del descubrimiento de la potencia turística que nos ocupa a día de hoy, pasó de ser un país industrial a ser un país de servicios. Y ese modelo es el que sigue vigente en los momentos en los que nos encontramos.
Está muy bien haber sido capaces de sacar todo el rédito al mercado turístico que tiene un país como el nuestro, eso nadie debe ponerlo en duda. Pero sí que es cierto que hay que intentar, en la medida de lo posible, diversificar. Si eso no es así, en el momento en el que se produce una crisis turística como la que está provocando la llegada del coronavirus, toda nuestra economía se viene abajo. Es exactamente lo que está ocurriendo. Y es una lástima saber que podíamos haberlo evitado con otros planes económicos que hubieran tenido más en cuenta a la industria en este país.
Una noticia del diario Expansión ofrecía algunas de las soluciones que se han presentado desde el sector industrial a los diferentes Gobiernos para tratar de reindustrializar la economía española. Mejorar, por ejemplo, en lo que respecta a la actividad promocional de las pequeñas empresas industriales es una manera de hacer que las posibilidades de mejoría estén ahí. Ayudar a las grandes entidades a obtener planes personalizados para desarrollar su actividad más allá de nuestras fronteras es otra de las cuestiones que se comenta en el texto. Lo cierto es que se trata de asuntos que es necesario abordar para que la industria recupere su mejor versión en España.
Otra noticia, en este caso de La Vanguardia, aseguraba que la industria española estaba perdiendo peso en lo que tenía que ver con la economía nacional y que también se estaba alejando de los números que presentaba la industria europea. El principal motivo era que la falta de Gobierno estaba pasando factura a un sector que necesita estabilidad política, social y económica para intentar triunfar y para sacar su mejor versión. Desde luego, sin estos condicionantes, poco hay que hacer.
La venta de generadores eléctricos nos ofrece ese buen dato que estábamos esperando
A veces, es necesario agarrarse a cualquier buen dato para intentar ser positivos y pensar que la industria española va por el camino del crecimiento. Uno de los datos que pueden jugar este papel es el de la venta de generadores eléctricos para la industria española. Y ese buen dato que estamos esperando nos lo proporcionan desde Bonanza Motor. Las cuentas de sus empleados son claras: desde que acabó el verano, se ha incrementado un 10% el número de generadores eléctricos que se han vendido a las industrias españolas. Eso quiere decir que las fábricas están implementando mejoras o avances en sus procesos productivos y que sigue habiendo trabajo en el sector.
Que las cosas siguieran por ese camino que hemos comentado en el párrafo anterior sería una de las mejores noticias que nos pueden dar, pero parece lógico pensar que no va a ser fácil, sobre todo a causa de la situación sanitaria que rodea a nuestra población ahora mismo. Es evidente que toca aguantar en la medida de lo posible y esperar a que vengan, poco a poco, tiempos mejores. Para la industria española, desde luego, rendirse nunca será una opción.