Más de tres décadas lleva la reproducción asistida siendo una realidad en España, siendo más usada en la sociedad. Hablamos de una solución a los problemas de fertilidad, adentrándose e necesidades sociales como la maternidad diferida o las mujeres que carecen de pareja del sexo opuesto. En ivigobaleducation, a la hora de formar a los especialistas en este sector creen que todavía es necesario dar solución a algunos de los dilemas bioéticos como son las madresabuelas o las maternidades subrogadas que todavía no se han cerrado.
La historia de una solución para muchas personas
Ya hace más de cuatro décadas que la medicina, gracias a los ginecólogos Steptoe y Edwars fuero los protagonistas de la cesárea de la primera niña probeta mundial. Las mujeres volvieron a tener esperanzas a la hora de concebir, después de años de muchos intentos fallidos y embarazos imposibles.
Un 3% de los nacimientos en España se debe a las técnicas de reproducción asistida que han sido utilizadas cada vez más por las parejas de lesbianas, mujeres que están solas y quieren ser madres o por las que congelaron de forma previa sus óvulos.
Llegan a nacer más de 500.000 niños por fecundación in vitro e inyección intracitoplasmática de espermatozoides (ISCI), siendo esta clase de técnicas un recurso para un quince por ciento de parejas que cuentan con problemas reproductivos. El tres por ciento de los nacimientos en nuestro país ya son de niños que son concebidos con técnicas de este tipo.
Los bancos de semen y la legislación existente sobre donaciones han ido respondiendo en os países donde se permite a una gran demanda que ha ido creciendo. Están ya generalizadas las técnicas de criopreservación de óvulos y de embriones, las cuales nacieron para conservar la opción a maternidad en pacientes que tenían que ser sometidas a unos tratamientos bastante agresivos y que querían ser madres de cara al futuro produciéndose un gran cambio en la sociedad que incluso ha podido llegar a responder a la maternidad tardía.
Dilemas en el plano bioético y legal
Paralelamente a la maternidad diferida, las mejoras que se han producido han hecho que aparezca dilemas bioéticos nuevos, así como una serie de debates sociales e incluso de evidencias de vacíos legales que todavía no han sido resueltos.
En cuanto las técnicas de reproducción asistida han hecho posible algunos hechos como la maternidad subrogada, podemos aspirar a frenarla. ¿Es deseable hacerlo o todo lo contrario?
Las leyes tienen que solucionar una serie de dilemas a nivel bioético y de vacíos legales, como el de las madres que tienen edades que podrían ser abuelas, la maternidad subrogada o el derecho que tiene el niño a poder saber sus propios orígenes biológicos.
Tres décadas después, las leyes en 1988 en España a este respecto, ni su reforma en 2003, ni la ley que la sustituyó en 2006, han resuelto esta variedad de casos que tanto los cambios en la sociedad como las mejorar a nivel científico han terminado abriendo.
Desde organismos como la Sociedad Española de Fertilidad, hay muchos aspectos que creen que son posibles mejorarlos, ya que la ley en nuestro país tiene ya varios años y hay técnicas y situaciones que han ido cambiando bastante, pues cuanto se creo la ley, no existía el poder acudir a la congelación.
Deben también solucionarse varios problemas, como por ejemplo la cantidad de niños que nacen de una misma persona donante, que están fijados en 6 cuando no existía la congelación. Ahora, si una de esas seis mujeres desea contar con un hijo nuevo, del ya concebido, no va a poder, ya que esa donante no se puede usar más. Son, por tanto, una serie de regulaciones nuevas que han ido apareciendo y que todavía carecen de respuesta.
Diagnóstico genético
Existe la necesidad de una regulación, tanto de los diagnósticos a nivel genético como preimplantacional. Pese a que es cierto que hay cierto acuerdo sobre las enfermedades donde se hace el diagnóstico genético preimplantacional se está reclamando la existencia de una petición expresa de permiso a la Comisión de Reproducción Humana Asistida a la hora de hacerlo.
Podría decirse que hay que solucionar el debate sobre la subrogación uterina, pues hay necesidades social y no hay debate sobre esta tema, por lo que los necesitan se van a otros países para tratarse en caso de que tengan posibilidades económicas.
Sabiendo la falta de acuerdo e la sociedad sobre este tipo de cuestiones no hay que optar por ignorarlas, pues muchas de ellas es posible que antes o después se encuentre regulación. Existen temas como las listas de espera, desigualdades a la hora de acceder a los tratamientos límites en cuanto a los años en el tratamiento o la imposibilidad de encontrar financiación en las mujeres que carecen de pareja masculina, lo que llevó a que un 80% de los ciclos se pueda realizar en la privada. Es necesario responder a este tipo de cuestiones, sin duda.
En cuanto a la lista de las tareas que todavía quedan, no hay que olvidar lo poco determinada que está la edad máxima a la hora de acceder a la reproducción asistida si lo relacionamos con los dilemas que plantean las denominadas madres/abuelas.
Hay ciertas lagunas que hay en cuanto a la disposición de los embriones sobrantes, en especial cuando o hay acuerdo entre la pareja que los ha creado o el recurso al diagnóstico genético preimplantacional con finalidad diferente a lo que es la detección de muchas enfermedades o alteraciones sobre el preembrión, caso de la selección de sexo por motivos de equilibrio familiar.
Igualmente, la gestación subrogada o de sustitución (los denominado vientres de alquiler) una técnica de reproducción asistida que hay más de un cuarto de siglo es usada en Estados Unidos de América.
Esta lista podría seguir aumentando en una serie de cuestiones como el poco sentido que tiene la legislación española donde los concebidos por técnicas de reproducción asistida con donación de gametos carecen de derecho a conocer la identidad de sus padres a nivel biológico, pero si quienes han sido adoptados.
En todos estos tipos de tareas de ley, podemos sumar las desigualdades existentes entre las propias autonomías, las cuales llegan a mantener una serie de condiciones diferentes a la hora de acceder a la financiación pública de los propios tratamientos, con listas de espera que no terminan de garantizar la igualdad, por las diferencias grandes en cuanto a plazos.